8 de marzo de 2011

Un tanto de redención...

Los saltos de fe nunca habían cobrado tanta importancia como aquella noche, atreverse a abrir su computadora requirió de horas de intentos fallidos y borradores en hojas blancas, temía que todo se estropeara – y con todo, se refería a su pequeño mundo – no pretendía remover sentires del pasado, solo buscaba su redención, necesitaba hacer lo correcto y sentía que lo correcto era expresarle cuanto lamentaba no haber aprovechado la hermosa posibilidad que le dio la vida 10 años atrás de tenerle como amigo, decirle que recién ahora es capaz de entender - en su medida correcta - lo que significo ese pequeño y único momento en que entre los dos existió el amor más perfecto que existe, ese que crece y no pide nada a cambio, la amistad; Nunca le dio las gracias por haber sido su amigo, por haber creído en ella, por estar a su lado tantas noches en donde los ímpetus juveniles provocaban más de un desbarajuste en su frágil vida.

Moría de miedo de pensar en la reacción que tendría él al otro lado del computador y por más que deseaba no haber mandado dicho correo, el estómago se le apretaba cada vez que llegaba un nuevo correo.

Se paso la vida sintiéndose como una araña que sin querer tejía una telaraña en donde de alguna forma – que no lograba entender del todo – quedaban atrapados los recuerdos, generándose otro nivel de telaraña que los envolvían y que cada vez los hacía más invisibles y susceptibles a ser modificados y más aun, idealizados, se obligó a reencontrarse con la realidad una vez que su excusa perfecta acabo, una vez que la universidad no existía mas como evasiva cliché para no pensar, llegando con ello lo inevitable, mirar hacia atrás, perdonarse todo lo que debía perdonarse y pedir perdón a aquellos que lo merecían. Y es aquí donde aquel mail cobraba sentido.

En este viaje de re-conocimiento debió asumir algo que siempre supo, pero que intento mantener a salvo en alguna buhardilla de la memoria, y es que con el tiempo ese amor sufriente que sentía al comienzo desapareció y sólo quedo una pesada nostalgia; Tenia plena conciencia que son pocas las personas que aparecen en nuestras vidas - y que se marchan de ella - que son capaces de generar un tipo de nostalgia que duele, como si parte de uno se hubiese ido con ellas.

Ya había perdido toda esperanza de contestación, cuando un buen día tenía un su casilla de correos un mail de respuesta, le temblaron las piernas y el cuerpo se le entumeció, creyó que iba a desmayarse, pero se contuvo, necesitaba saber que habría allí – aunque su gran negativismo la predisponía a pensar lo peor – haciendo doble click leyó: creo que necesitamos hablar, te espero a las 17:00 en el café “San Piere”. Quedó sin habla un momento y sintió que no era lo correcto ir, nunca fue su intención que aquel mail diera como resultado verlo, y no era que temiera mirarlo a la cara, sino mas bien, temía ser torpe con las palabras – jamás las palabras le habían costado tanto como en aquel mail– cerro rápidamente el correo e hizo pasar al siguiente cliente, intentando olvidar aquella propuesta. A las 16:35 se marchó el último cliente, sin pensarlo tomo su cartera y a paso rápido se marcho al café. Se paro frente al ventanal y lo vio sentado – habían pasado los años pero básicamente era el mismo con la salvedad que ahora llevaba puesto ropa formal – lo miró por minutos, ensañando en su cabeza como saludaría y cómo explicaría su arrebato de mandar aquel correo, lo observó mientras se impacientaba y miraba el reloj, lo observó mientras se tomaba nervioso un café y prendía un cigarrillo, lo observó cuando pidió la cuenta y cuando se levanto de la mesa, se escondió mientras se marchaba y se subía a un taxi, lo vio alejarse mientras ella se cuestionaba su discutible ataque de inmadurez.

Rápidamente se subió a su auto y arrancó a su oficina – a esas alturas de la vida su oficina se había vuelto el lugar seguro para ella – tiro su cartera sobre un sillón y se sentó en su escritorio, reflexionó durante horas sobre el porqué no había entrado y luego de ver anochecer tras sus ventanales llego a la discutible idea que aquello que no sucede tiene un toque de dulce tristeza, que hace que volvamos a soñarlo una y otra vez, independiente del aquí y el ahora, sus reflexiones llenaban su cabeza, cuando de pronto golpean a su puerta, con extrañeza giro la perilla – a esas horas ya no tenía ninguna cita – era él, alto con un impecable impermeable negro estaba en su puerta,

¾ ¿Por qué no entraste al café? – pregunto con voz firme -

¾ ¿Me viste?

¾ Claro que te vi

¾ ¿Y porque no me fuiste a buscar?

¾ Porque no me correspondía salir, solo si tú querías conversarías conmigo. ¿Tienes idea de cuánto tiempo he estado pensando en si es correcto venir?

¾ Las mismas horas que yo llevo pensando en porque no entre a aquel café.

En aquel momento los dos rieron y entendieron que la primera parte estaba saldada. Salieron del despacho sin rumbo fijo, él absorto escuchaba todas las historias que ella contaba, todas y cada una de sus reflexiones sobre la vida y cada uno de los pasos que la había llevado a escribir el mail, él le contaba sobre su trabajo y en lo que se había convertido durante estos años, no dejaba de mirarlo con admiración, no dejaba de ver en él la extraordinaria belleza de la superación - como quien tiene la experiencia de ver crecer vida - ya no era aquel que tan solo soñaba despierto con lo que realmente quería, sino que se había convertido en un hombre que iba por lo que quería. Había logrado - por fin- aunar su alma con su accionar, lo que generaba en ella una sensación inmensa de orgullo.

La noche se hizo pequeña para contarse la vida, para pedirse perdón y para volver a recordar porque en algún momento habían sido como pan y mantequilla. Al llegar la hora de despedirse ella lo miro y enfrento el tema que evadió toda la noche lamento no haber valorado esto antes, lamento profundamente no haber aprovechado la mágica oportunidad que me dio la vida de conocer a un gran amigo como tu – y es que entendía que aunque aquel hombre no estaba destinado a ocupar la posición dentro de su vida que durante mucho tiempo ella soñó, debería estar destinado otro sitio para él– sintió como sus mejillas quedaban envueltas entre dos manos y sintió un suave beso en su frente, ese era el gesto más evidente que todo estaba en su lugar, que se podía comenzar a construir futuro, puesto que el pasado estaba saneado.

Se subió a un taxi y desde la ventana se despidió de ella

¾ ¿Hablamos luego?

¾ Claro

Ambos sabían que quizás no volverían a hablar en mucho tiempo, pero eso ya no era un inconveniente, porque ya no había dolor en eso, porque por fin estaban en paz, y es que existen ciertos tipos de sentimientos que están más allá de los tiempos, más allá de los aciertos y de los errores, son simplemente eternos.

http://www.youtube.com/watch?v=NED9jWViGOs&feature=related